Ven Espíritu ven,
y llénanos Señor
con tu preciosa unción. (x2)
Purifícanos y lávanos
renuévanos, restáuranos Señor
con tu poder
purifícanos y lávanos
renuévanos, restáuranos Señor
te queremos conocer.
Deja de herirte,
deja de poner en mi boca
palabras que nunca dije.
Deja de pensar que estoy enfadado,
deja de decir
que soy yo el que se está
alejando de ti.
Y es que aún no lo ves
me entrego por ti una y otra vez,
tú siempre serás mi favorita,
nunca te dejaré, nunca te dejaré.
Y es que no hay nada,
nada, nada, nada
que puedas hacer
para que te deje de querer.
Y es que no hay nada,
hagas lo que hagas,
por favor, deja de decir
que no eres amada por mí.
No hay nada en tu alma
que haga que en ti deje de pensar,
estos muros que te destrozan
son entre tú y tu libertad.
Hazme caso hija mía
yo solo quiero verte feliz,
tú siempre tendrás mi perdón
te falta perdonarte a ti.
Y es que no hay nada,
nada, nada, nada
que puedas hacer
para que te deje de querer.
Y es que no hay nada,
hagas lo que hagas,
por favor, deja de decir
que no eres amada por mí.
Es que, aunque peques y me cambies
por las cosas terrenales
aunque te alejes y me olvides
y me borres de tus planes.
Aunque te rindas y te caigas
y no sepas levantarte,
si estás perdido pide ayuda.
Es que, aunque peques y me cambies
por las cosas terrenales
aunque te alejes y me olvides
y me borres de tus planes
aunque te rindas y te caigas
y no sepas levantarte
si estás perdido pide ayuda.
Y es que no hay nada,
nada, nada, nada
que puedas hacer
para que te deje de querer.
Y es que no hay nada,
hagas lo que hagas,
por favor, deja de decir
que no eres amada por mí.
Mi mejor amigo decidió morir por mí,
cargó con mi castigo para que yo
pudiera vivir.
No viniste a juzgarme, me viniste a
salvar.
Y ahora lo que más quieres es que yo
me deje amar.
Abrázame, hoy me dejo querer.
Todos mis pecados arden
en el fuego de tu amor.
Y siempre que yo me caiga
Tú me levantarás.
Coronado con espinas, vestido de
dolor,
en tu último suspiro mi mundo se
apagó.
Pero al tercer día, un gran ruido se
escuchó,
fueron ángeles cantando: ¡Jesús
resucitó!
Oh abrázame, hoy me dejo querer.
Todos mis pecados arden
en el fuego de tu amor.
Y siempre que yo me caiga
Tú me levantarás.
Quiero volver a nacer en ti,
quiero volver a nacer en ti,
quiero volver a nacer en ti,
¡Ahora soy libre! ¡Ahora soy libre!
¡Porque tú me haces libre!
Todos mis pecados arden
en el fuego de tu amor.
En aquel tiempo, se levantó un maestro de la ley y preguntó a Jesús para ponerlo a prueba:
«Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?».
Él le dijo:
«¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?».
El respondió:
«“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza” y con toda tu mente. Y “a tu prójimo como a ti mismo”».
Él le dijo:
«Has respondido correctamente. Haz esto y tendrás la vida».
Pero el maestro de la ley, queriendo justificarse, dijo a Jesús:
«¿Y quién es mi prójimo?».
Respondió Jesús diciendo:
«Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo.
Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba él y, al verlo, se compadeció, y acercándose, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y le dijo: “Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando vuelva”.
¿Cuál de estos tres te parece que ha sido prójimo del que cayó en manos de los bandidos?».
Él dijo:
«El que practicó la misericordia con él».
Jesús le dijo:
«Anda y haz tú lo mismo».
"Enséñanos a orar"
Una súplica simple en apariencia… pero que recibe, de Tí, la respuesta más grande: “Digan: Padre Nuestro”.
Con esas palabras me revelas el corazón de la oración: ser hija frente al Padre. Me enseñas a hablarle con la confianza que brota del amor, como quien se sabe escuchada, abrazada, esperada.
Me regalas tu manera de estar ante Él. Me compartes tu modo —tan tuyo— de mirar al cielo con ternura y verdad.
Y…hablando con confianza, Jesús: a veces me cuesta orar.
Me distraigo. Me pierdo. Me quedo sin palabras. Incluso me pregunto si lo estoy haciendo bien.
Pero, en lo profundo, te escucho susurrar:
“Aprende a rezar… rezando.”
Entonces me animo.
Pido para recibirte.
Busco para encontrarte.
Llamo, sabiendo que Tú vas a abrir las puertas que sean necesarias, para que pueda recibir al Espíritu que el Padre del cielo me quiere dar.
Ese Espíritu que me hace hija.
Hija del Padre.
Hija gracias a Ti.
Dime Padre,
¿qué podemos hacer?
Tus hijos se pierden
y no entiendo por qué.
Dime Padre,
cada día se alejan más
y de verdad que no he hecho nada mal
pero curan sus heridas con lo que no les curará.
Les di el mandamiento del Amor,
me crucificaría mil veces más,
pero ellos huyen de su Creador
y de su eterna felicidad.
Y es que los hemos hecho tan libres
que a veces me duele pensar
que este don y este regalo
lo utilicen para el mal.
Dime Padre,
cómo a nuestra familia reunir.
Les ofrecemos la eternidad,
pero prefieren huir.
Dime Padre,
cómo ablandar su corazón,
cómo quitar esta coraza
formada por el dolor.
Si supieran cuánto les amamos,
si superan que todo tiene un por qué,
dime Padre cómo sus almas acoger.
Si supieran que ahora somos dependientes
de que nuestra creación nos quiera,
nuestro único deseo
es que sus almas estén llenas.
Dime Padre,
cómo les explicamos
que son
lo que más amamos.
Dime Padre, cómo les guiamos
a aquello que les completa
si es que se refugian en falsas metas.
Y nos destroza verles odiarse,
verles odiarse con tanta fuerza.
Dime Padre,
cómo parar este dolor.
Quiero que me quieran
pero no es su obligación.
Les miro con mis ojos,
llenos de compasión
y te aseguro que acepto
cualquier tipo de perdón.
Solo nos queda esperar
a que escuchen nuestra voz,
que vean las puertas abiertas
de este Cielo acogedor.
Que siempre serán bienvenidos
a los brazos de este Corazón,
que solo quiere verlos unidos
en la tierra con su Salvador.
Y me hago Pan pero no me ven,
me cuelo en sus pensamientos pero no me ven,
me meto en sus entrañas una y otra vez,
lloro todos los días pero no me ven.
Dime Padre, qué puedo hacer.
Tus hijos se pierden y se alejan
y me da miedo que no sepan volver.
(INTERLUDIO)
Papá, ¿dejarán de llorar?
Espero que estos caminos vacíos
se puedan solucionar.
Esperaré hasta el último segundo
para volverlo a intentar.
No me rendiré,
quiero a tus hijos de verdad.
No ven que el Bien ya ha vencido,
que la serpiente que les hace temblar
ya la ha pisado mi Madre,
¡Solo tienen que mirarme y vivirán!
Bendito sea Dios, su santo nombre
Bendito Jesucristo, Dios de carne
Bendita creación que enmoró a su Creador
Bendito deseado y deseante
Bendito sea Dios su ardiente corazón
Su preciosa sangre, su presencia
apasionada en el altar
Bendito el Espíritu libre y amante
Bendita la Madre de Dios, José, los
ángeles, los santos
Bendito Cristo entre nosotros:
¡¡su familia!!
Uuuuuuuuuuuuu
Que da la vida
¡¡Bendito sea Dios que da la Vida!!
Llévame contigo a todos lados,
que pueda dormir tranquilo bajo tu
preciso manto
Llévame contigo, no me sueltes de la mano,
Y que cuando sienta frío, note tu
cálido abrazo.
Llévame contigo, a donde quieras,
Y es que no hay mayor consuelo que
una madre que te quiera y que algún
día pudiera, al Cielo ir por tu escalera
Y entender que contigo Madre
querida, valió la pena
Que no me canse nunca de mirarte
Y repetir cion humilde devoción:
Te quiero con locura preciosa Madre
Tú el mejor regalo de mi Dios
Que no me canse nunca de mirarte
Y repetir con humilde devoción:
Te quiero con locura preciosa Madre
Tú Madre de Hakuna y mi corazón.