
Ven Espíritu ven,
y llénanos Señor
con tu preciosa unción. (x2)
Purifícanos y lávanos
renuévanos, restáuranos Señor
con tu poder
purifícanos y lávanos
renuévanos, restáuranos Señor
te queremos conocer.
Todos me dicen que tú estás.
Nada veo. Nada siento.
Es difícil. Yo no puedo.
Siempre he querido ir más allá.
Estoy tranquilo y con cierta paz.
Quiero hacerlo, quiero hacerlo.
Nada me podrá parar.
En mi encuentro contigo:
Señor creo que tú estás,
aún sin verte ni sentirte
me palpita el corazón y se derrite en tus manos.
Señor creo que tú estás,
aún sin verte ni sentirte
quiero conocerte cada día un poco más.
Óyeme no te dejo de hablar.
Parece que hable solo.
No me quiero rendir ya.
Quizá un abrazo tuyo bastará.
Lo sé, no debo sentir más.
Pero anhelo el sentimiento,
de sentir que ahí estás.
Amar sin sentir, eso sí es amar.
Señor creo que tú estás,
aún sin verte ni sentirte
me palpita el corazón y se derrite en tus manos.
Señor creo que tú estás,
aún sin verte ni sentirte
quiero conocerte cada día un poco más.
Un poco más.
Mirada creadora creando,
la del salvador salvando.
Mirada de la Comunión,
amando
Mirada de misericordia
del amor crucificado,
mirada que penetra en mi alma,
un fuego abrasador.
Enséñame, ¡Oh Trinidad!,
cómo es tu libre mirada.
Enséñame, ¡Oh Trinidad!,
Pues es la más bella y preciada,
la más pura de amor.
Mirada de verdad sincera,
mirada de Rey que reina,
Mirada que envuelve mi vida
y purifica
Mirada del principio y fin
Mirada del Resucitado
Mirada que deslumbra con su luz
Y al cegar sana
Enséñame, ¡Oh Trinidad!,
cómo es tu libre mirada.
Enséñame, ¡Oh Trinidad!,
Pues es la más bella y preciada,
la más pura de amor.
Perdóname si cuando miro
miro sin mirar,
si estos ojos que me diste
no saben amar.
sólo veo cuerpos
solo veo humanidad
pero me pierdo, mi Señor,
toda divinidad.
Enséñame, ¡Oh Trinidad!,
cómo es tu libre mirada.
Enséñame, ¡Oh Trinidad!
Pues es la más bella y preciada,
Enséñame, ¡Oh Trinidad!,
cómo es tu libre mirada.
Enséñame, ¡Oh Trinidad!,
Si es la más bella y preciada,
la más pura de amor,
la más pura de amor.
Del santo Evangelio según S. Lucas (21, 25-28. 34-36):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo serán sacudidas.
Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria.
Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.
Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.
Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre».
Corazón de fariseo, o corazón de publicano…
El primer hombre, habla de sí.
De su bondad comparada a la del resto,
De lo que hacía
De lo que no hacía.
De su perfección.
Yo, yo, yo.
En cambio, el segundo, no hablaba de él.
Hablaba de Dios.
Solo de Dios.
De su necesidad.
De su pecado.
De su pobreza.
Uno se enalteció. El otro se humilló.
Y fue el humilde el que fue perdonado, acogido, amado.
Porque ante Dios no valen las apariencias.
No importan los méritos.
No impresiona la vanidad.
Lo que toca el corazón de Dios es un alma sincera.
Un corazón quebrantado.
Una oración que nace del arrepentimiento, y de la verdad.
El que se enaltece será humillado… y el que se humilla será enaltecido.
¿Cómo nos acercamos a Dios?
¿Con orgullo disfrazado de humildad?
¿O con humildad que brota del reconocimiento de nuestra fragilidad?
¿Oramos para ser vistos por los demás, o para ser transformados?
¿Nos comparamos con el resto o nos dejamos mirar por Dios?
¿Buscamos ser servidos, o servir?
El fariseo cumplía la ley… pero su corazón estaba lejos.
El publicano rompía la ley… pero su corazón estaba cerca.
Porque Dios no busca perfección.
Busca verdad.
Busca corazones honrados.
Que se reconocen necesitados.
Que se dejan amar.
Que no necesitan ser vistos por los demás.
Que entienden qué es lo verdaderamente importante.
Abandonarse a uno mismo, y poner la mirada en Él.
El que se enaltece será humillado… y el que se humilla será enaltecido.
Cuántas veces he mirado a los demás por encima del hombro. Cuántas veces me he creído superior al resto, mejor amiga, mejor novia, mejor cristiana, mejor persona…
Mejor… ¿que quién?
¿A quien quiero impresionar? ¿Por quién necesito ser vista?
Quiero serte fiel, quiero entregarme, quiero no tener la necesidad de ser mejor que nadie, sino cada día ser mejor que ayer.
Y te necesito.
Soy pecadora, a penas puedo levantar los ojos al cielo. Necesito de tu compasión, de tu bondad, de tu misericordia. Necesito de Ti, Jesús.
Que mi oración no sea discurso… sino escucha. Que no sea una exhibición… sino una entrega.
Recuerdas esos días, pensé que me sobrabas
y fue como tirar las armas en plena batalla,
taparse los ojos del alma, perderse lo
más grande, no ver nada.
Siempre que pensaba que andaba sin
compañía, tus huellas se grababan
justo detrás de las
mías, mientras bajito decías...:
Me he dejado la piel por ti porque
te quiero más que a mi vida entera,
y... lo volvería a hacer.
Todo lo que pueda pesar, dámelo a
mí, que yo lo llevo por ti.
Hace ya algún tiempo que te quiero
pedir, ¿me prestas tu mirada,
Ver a través de ti,
me dejas descubrir,
toda la belleza de vivir?
Eres el fuerte caudal, la roca que
aguanta, la fuerza del maaar,
cimiento de mi corazón
que no se puede quebrar,
que no se va a derrumbar.
Me he dejado la piel por ti porque
te quiero más que a mi vida entera,
y... lo volvería a hacer.
Todo lo que te haga llorar,
damelo a mí.
Me he dejado la piel por ti porque
te quiero más que a mi vida entera
y... lo volvería a hacer.
Todo lo que pueda pesar, dámelo a
mí, que yo lo llevo por ti,
que yo me muero por ti...
Bendito sea Dios, su santo nombre
Bendito Jesucristo, Dios de carne
Bendita creación que enmoró a su Creador
Bendito deseado y deseante
Bendito sea Dios su ardiente corazón
Su preciosa sangre, su presencia
apasionada en el altar
Bendito el Espíritu libre y amante
Bendita la Madre de Dios, José, los
ángeles, los santos
Bendito Cristo entre nosotros:
¡¡su familia!!
Uuuuuuuuuuuuu
Que da la vida
¡¡Bendito sea Dios que da la Vida!!
Llévame contigo a todos lados,
que pueda dormir tranquilo bajo tu
preciso manto
Llévame contigo, no me sueltes de la mano,
Y que cuando sienta frío, note tu
cálido abrazo.
Llévame contigo, a donde quieras,
Y es que no hay mayor consuelo que
una madre que te quiera y que algún
día pudiera, al Cielo ir por tu escalera
Y entender que contigo Madre
querida, valió la pena
Que no me canse nunca de mirarte
Y repetir cion humilde devoción:
Te quiero con locura preciosa Madre
Tú el mejor regalo de mi Dios
Que no me canse nunca de mirarte
Y repetir con humilde devoción:
Te quiero con locura preciosa Madre
Tú Madre de Hakuna y mi corazón.