
Ven Espíritu ven,
y llénanos Señor
con tu preciosa unción. (x2)
Purifícanos y lávanos
renuévanos, restáuranos Señor
con tu poder
purifícanos y lávanos
renuévanos, restáuranos Señor
te queremos conocer.
El día al día, le pasa su mensaje
La noche a la noche se lo susurra
Tu misericordia, Señor, llena la tierra
Úsame para llevarla a cada rincón
Llevaré tu misericordia a la universidad
Entraré en el corazón de cada amigo
Y con la fuerza de tu Espíritu diré
La misericordia ha entrado en esta casa (bis)
Levántate y anda
Llevaré tu misericordia a la universidad
Entraré en el corazón de cada amigo
Y con la fuerza de tu Espíritu diré
La misericordia ha entrado en esta casa (bis)
Levántate y anda
Hazme bendición para cualquiera
No me importa sangrar, solo quiero que
Que tu amor sin límites, que tu sed nos sane
Úsame para traer hoy tu ternura
Que mis ojos vean todo belleza
Descubriendo, el rostro de cada uno
Que mis oídos escuchen los gritos
mudos del prójimo
Que mi boca, manos y pies transmitan tu ternura
Y que mi corazón sienta en carne viva
(canon)
La misericordia ha entrado en esta casa (bis)
Levántate y anda
Si por un segundo vieras cómo te miro
Cuando duermes, cierras los ojos, yo ahí sigo
Se me cae la baba, imposible no mirar
No quiero dejar de hacerlo, no lo intentes imaginar
Si por un segundo vieras cómo te escucho
Cada ruido, cada palabra, y cuando no hablas mucho
Y hables o estés callado, solo me importa si estás
En mi amor cabe el silencio, cabe hablar y mucho más
Reviento de amor, estoy temblando de gozo
Te como con la mirada, estás aquí y no estás solo
Cada lágrima, cada risa, en mi memoria se han grabado
Cada detalle de tu cuerpo y de tu alma fueron pensados
No creo que aguante más contenerme aquí detrás
Quiero entrar, hacerte mío, curar tu herida si me la das
Si por un segundo vieras cómo te miro
No querrías ver nada más
Si por un segundo vieras cuánto te amo
Yo solo sé entregarme, aunque sea en vano
Y tiemblo al imaginar cuando llegues al cielo
Costará respirar en el abrazo que nos daremos
Si por un segundo vieras lo que hay por llegar
Lo que aguarda escondido, casualidades sin azar
Lo sueño tantas veces, en cada don, ¿qué puedo hacer?
Tú recibes mi regalo, al cielo miras, agradece
Reviento de amor, estoy temblando de gozo
Te como con la mirada, estás aquí y no estás solo
Cada lágrima, cada risa, en mi memoria se han grabado
Cada detalle de tu cuerpo y de tu alma fueron pensados
No creo que aguante más contenerme aquí detrás
Quiero entrar, hacerte mío, curar tu herida si me la das
Si por un segundo vieras como te miro
No querrías ver nada más
Reviento de amor y estoy temblando de gozo
Hay tanta locura en este amor que no controlo
Pierde tu vida, recibirás la eternidad
La alegría de ser esclavo, esclavo de mi libertad
Si por un segundo vieras cómo te miro
No querrías ver nada más
En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.
Él estaba en el principio junto a Dios.
Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.
El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.
En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció.
Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron.
Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.
Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo:
«Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo».
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.
Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos ha llegado por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.
Corazón de fariseo, o corazón de publicano…
El primer hombre, habla de sí.
De su bondad comparada a la del resto,
De lo que hacía
De lo que no hacía.
De su perfección.
Yo, yo, yo.
En cambio, el segundo, no hablaba de él.
Hablaba de Dios.
Solo de Dios.
De su necesidad.
De su pecado.
De su pobreza.
Uno se enalteció. El otro se humilló.
Y fue el humilde el que fue perdonado, acogido, amado.
Porque ante Dios no valen las apariencias.
No importan los méritos.
No impresiona la vanidad.
Lo que toca el corazón de Dios es un alma sincera.
Un corazón quebrantado.
Una oración que nace del arrepentimiento, y de la verdad.
El que se enaltece será humillado… y el que se humilla será enaltecido.
¿Cómo nos acercamos a Dios?
¿Con orgullo disfrazado de humildad?
¿O con humildad que brota del reconocimiento de nuestra fragilidad?
¿Oramos para ser vistos por los demás, o para ser transformados?
¿Nos comparamos con el resto o nos dejamos mirar por Dios?
¿Buscamos ser servidos, o servir?
El fariseo cumplía la ley… pero su corazón estaba lejos.
El publicano rompía la ley… pero su corazón estaba cerca.
Porque Dios no busca perfección.
Busca verdad.
Busca corazones honrados.
Que se reconocen necesitados.
Que se dejan amar.
Que no necesitan ser vistos por los demás.
Que entienden qué es lo verdaderamente importante.
Abandonarse a uno mismo, y poner la mirada en Él.
El que se enaltece será humillado… y el que se humilla será enaltecido.
Cuántas veces he mirado a los demás por encima del hombro. Cuántas veces me he creído superior al resto, mejor amiga, mejor novia, mejor cristiana, mejor persona…
Mejor… ¿que quién?
¿A quien quiero impresionar? ¿Por quién necesito ser vista?
Quiero serte fiel, quiero entregarme, quiero no tener la necesidad de ser mejor que nadie, sino cada día ser mejor que ayer.
Y te necesito.
Soy pecadora, a penas puedo levantar los ojos al cielo. Necesito de tu compasión, de tu bondad, de tu misericordia. Necesito de Ti, Jesús.
Que mi oración no sea discurso… sino escucha. Que no sea una exhibición… sino una entrega.
Quiero alabarte sin parar
todos los días.
Que tu presencia sea el anhelo
de mi vida.
Yo quiero hacer tu voluntad.
Señor yo te quiero agradar.
Y quiero darte
siempre el primer lugar.
Yo quiero darte
siempre el primer lugar.
Si tu eres el rey.
El rey de mi vida.
El número uno en mi corazón.
A ti yo te rindo todo lo que soy.
Si tu eres el rey.
El rey de mi vida.
El número uno en mi corazón.
A ti yo te rindo todo lo que soy.
Quiero adorarte sin parar
todos los días.
Que tu presencia sea el anhelo
de mi vida.
Yo quiero hacer tu voluntad.
Señor yo te quiero agradar.
Y quiero darte
siempre el primer lugar.
Yo quiero darte
siempre el primer lugar.
Si tu eres el rey.
El rey de mi vida.
El número uno en mi corazón.
A ti yo te rindo todo lo que soy.
Si tu eres el rey.
El rey de mi vida.
El número uno en mi corazón.
A ti yo te rindo todo lo que soy.
Bendito sea Dios, su santo nombre
Bendito Jesucristo, Dios de carne
Bendita creación que enmoró a su Creador
Bendito deseado y deseante
Bendito sea Dios su ardiente corazón
Su preciosa sangre, su presencia
apasionada en el altar
Bendito el Espíritu libre y amante
Bendita la Madre de Dios, José, los
ángeles, los santos
Bendito Cristo entre nosotros:
¡¡su familia!!
Uuuuuuuuuuuuu
Que da la vida
¡¡Bendito sea Dios que da la Vida!!
Llévame contigo a todos lados,
que pueda dormir tranquilo bajo tu
preciso manto
Llévame contigo, no me sueltes de la mano,
Y que cuando sienta frío, note tu
cálido abrazo.
Llévame contigo, a donde quieras,
Y es que no hay mayor consuelo que
una madre que te quiera y que algún
día pudiera, al Cielo ir por tu escalera
Y entender que contigo Madre
querida, valió la pena
Que no me canse nunca de mirarte
Y repetir cion humilde devoción:
Te quiero con locura preciosa Madre
Tú el mejor regalo de mi Dios
Que no me canse nunca de mirarte
Y repetir con humilde devoción:
Te quiero con locura preciosa Madre
Tú Madre de Hakuna y mi corazón.