
Al estar en la presencia de tu divinidad,
Y al contemplar la hermosura de tu santidad,
Mi espíritu se alegra en tu majestad
Te adoro a Ti, te adoro a Ti.
Cuando veo la grandeza de tu dulce amor
Y compruebo la pureza de tu corazón
Mi espíritu se alegra en tu majestad
Te adoro a Ti, te adoro a Ti
Y al estar aquí, delante de Ti, te adoraré,
Postrado ante Ti, mi corazón te adora oh Dios,
Y siempre quiero estar, para adorar,
Y contemplar tu santidad,
Te adoro a Ti Señor, te adoro a Ti
Y al estar aquí, delante de Ti, te adoraré,
Postrado ante Ti, mi corazón te adora oh Dios,
Y siempre quiero estar, para adorar,
Y contemplar tu santidad,
Te adoro a Ti Señor, te adoro a Ti
He visto una luz
que ha cegado el cielo.
Me he visto morir,
atada a este suelo.
Y he vuelto a nacer,
con tu dulce sueño.
Solo para morir,
por seguir viviendo.
Y en tu costado,
nace un recuerdo,
que sea abrigo,
con el frío invierno.
Y se oye un trueno en la noche
detrás de mí.
Me empuja el eco y me arrastra
hacia Ti.
Tranquila y quieta,
hoy me dejo vivir.
Tranquila y quieta,
por Ti.
Me tienes aquí,
antes que hubiera tiempo.
Y aquí seguiré,
muriendo por tus huesos.
Y deseando que escuches,
lo mucho que te quiero.
Y si me dejas verás,
lo que solo yo puedo.
Y en mi costado,
mueren tus miedos.
Y en ese frío,
arde este fuego.
Y se oye un trueno en la noche
detrás de ti.
Te empuja el eco y te arrastra
hacia mí.
Tranquila y quieta,
hoy te dejas vivir.
Tranquila y quieta,
por mí.
Y se oye un trueno en la noche (y se oye un trueno)
Detrás de Ti. (Detrás de mí).
Me empuja el eco y me arrastra.
Hacia mí.
Hacia Tí.
Y se oye un trueno en la noche (x3)
Me empuja el eco y me arrastra (x3)
Me empuja el eco y me arrastra a Ti.
Evangelio del día
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 3, 15-16. 21-22
En aquel tiempo, el pueblo estaba expectante, y todos se preguntaban en su interior sobre Juan si no sería el Mesías, Juan les respondió dirigiéndose a todos:«Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego».Y sucedió que, cuando todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado; y, mientras oraba, se abrieron los cielos, bajó el Espíritu Santo sobre él con apariencia corporal semejante a una paloma y vino una voz del cielo:«Tú eres mi Hijo, el amado; en ti me complazco».
Cuánto buscamos hacer de la oración un esfuerzo,
una fórmula, una respuesta.
Y sin embargo,
orar es simplemente permanecer.
Es quedarse, aun cuando no hay palabras.
Es confiar, aun cuando todo parece callar.
Hay una fuerza que nace en el silencio,
una fe que crece despacio,
sin ruido, sin aplausos,
como una raíz que se extiende bajo tierra.
La oración no cambia a Dios,
nos cambia a nosotros.
Nos ablanda, nos abre,
nos enseña a mirar distinto.
Perseverar no es obstinarse.
Es amar sin medida,
seguir esperando aunque nada se mueva,
seguir creyendo cuando todo parece detenerse.
Permanecer.
Eso basta.
Porque el alma también florece en la espera.
Porque en medio del cansancio,
el corazón aprende a descansar en Dios,
a confiar sin entender,
a amar sin exigir respuesta.
Todo lo que es sostenido por amor
termina dando fruto.
Quizás lento,
quizás oculto,
pero siempre vivo.
Y entonces comprendemos:
no se trata de convencer,
sino de dejarse habitar.
No se trata de hablar,
sino de permanecer.
La fe es eso:
un corazón que late despacio,
pero no deja de latir.
Deseo permanecer en ti.
Que enfermo corazón,
que te dice que no.
Que da hasta dos mil vueltas
sobre la razón, sufre en la fricción
entre el mundo y tu amor.
Que humano y vacío se queda el dolor
al sobrevivir, y no vivir contigo.
Soy nacido de lo alto,
resurgido en el Jordán.
Con agua y fuego me sellaste,
mi destino, la eternidad.
Ha empezado la batalla,
en cada corazón.
Los cojos corren los mudos claman:
la victoria inevitable del Amor.
Mi corazón mira hacia oriente en espera de su Salvador.
No quiero hacer esperar
a un Cielo que ha empezado ya.
Los ciegos nunca vimos tanto color
ni muertos tan vivos por amor.
Y que prometida salvación,
que ya comenzó.
En alianza a su pueblo, alianza
conmigo,
eres fiel a mí, Tú me has elegido.
Unidos Tú y yo, recorriendo el camino
y si trato de huir, o miro a otro lado
gobiernas tú mis pasos.
Soy nacido de lo alto,
resurgido en el Jordán.
Con agua y fuego me sellaste,
mi destino, la eternidad.
Ha empezado la batalla,
en cada corazón.
Los cojos corren los mudos claman:
la victoria inevitable del Amor.
Mi corazón mira hacia oriente
en espera de su Salvador.
No quiero hacer esperar
a un Cielo que ha empezado ya.
Los ciegos nunca vimos tanto color
ni muertos tan vivos por amor (x2)
Y que prometida salvación,
que ya comenzó.
En alianza a su pueblo, alianza
conmigo,
eres fiel a mí…
Llamaré, entraré, miraré, escucharé,
sonreiré
Amaré, preguntaré, acariciaré,
comprenderé, abrazaré
Verbos de la misericordia, verbos que
harán nuevo nuestro mundo
¡Que no se pierda ninguno!
¡Que no se pierda ninguno!
Te conoceré en su voz, te escucharé
en su dolor, te consolaré
Te alimentaré y acompañaré, y en tu
nombre preguntaré:
¿qué quieres que haga por ti?
Pregunta de la misericordia, pregunta
que hará nuevo nuestro mundo.
¡Que no se pierda ninguno!
¡Que no se pierda ninguno!
Hu, hu, hu
Hu, hu, hu
¡Que no se pierda ninguno!
¡Que no se pierda ninguno!
Bendito sea Dios, su santo nombre
Bendito Jesucristo, Dios de carne
Bendita creación que enmoró a su Creador
Bendito deseado y deseante
Bendito sea Dios su ardiente corazón
Su preciosa sangre, su presencia
apasionada en el altar
Bendito el Espíritu libre y amante
Bendita la Madre de Dios, José, los
ángeles, los santos
Bendito Cristo entre nosotros:
¡¡su familia!!
Uuuuuuuuuuuuu
Que da la vida
¡¡Bendito sea Dios que da la Vida!!
Llévame contigo a todos lados,
que pueda dormir tranquilo bajo tu
preciso manto
Llévame contigo, no me sueltes de la mano,
Y que cuando sienta frío, note tu
cálido abrazo.
Llévame contigo, a donde quieras,
Y es que no hay mayor consuelo que
una madre que te quiera y que algún
día pudiera, al Cielo ir por tu escalera
Y entender que contigo Madre
querida, valió la pena
Que no me canse nunca de mirarte
Y repetir cion humilde devoción:
Te quiero con locura preciosa Madre
Tú el mejor regalo de mi Dios
Que no me canse nunca de mirarte
Y repetir con humilde devoción:
Te quiero con locura preciosa Madre
Tú Madre de Hakuna y mi corazón.