Ven Espíritu ven,
y llénanos Señor
con tu preciosa unción. (x2)
Purifícanos y lávanos
renuévanos, restáuranos Señor
con tu poder
purifícanos y lávanos
renuévanos, restáuranos Señor
te queremos conocer.
Arde, con fuerza en este frío,
con todo el alma en vilo
buscando una razón.
Tiemblan, los Muros de esta celda,
que no pueden ni intentan
Contener su corazón.
Brazos, cerrándose en abrazos,
de un padre que dio tanto
de un hijo que murió.
Lloran, reyes y tronos lloran,
ante un hombre en la sombra,
rezándole a sus Dios.
La mira, y al verla el mundo gira.
Y en un solo segundo,
al cielo estremeció.
Besa, donde ella pisa él besa.
Secándose las lágrimas
al pedirle perdón.
Alza, un paso al firme al alba.
Ejércitos se apartan
ante su convicción.
Siente, el peso que le viene.
Pero nada detiene
su sencilla decisión.
Duerme, tranquilo el niño duerme
sufre porque no puede
darle algo mejor.
Calla, y en el silencio grita.
Se le traspasa el alma.
Sufre su condición.
Un te quiero mudo en un silencio acogedor.
Un humilde carpintero duerme en brazos a su Dios.
Un te quiero mudo en un silencio acogedor.
Un humilde carpintero mira a los ojos a Dios.
Sonríe, tranquilo al fin sonríe.
Y en un último aliento
hizo llorar a Dios.
(CHICOS)
Un te quiero mudo en un silencio acogedor.
Un humilde carpintero duerme en brazos a su Dios.
Un te quiero mudo en un silencio acogedor.
Un humilde carpintero mira a los ojos a Dios.
En aquel tiempo, tomó Jesús a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto del monte para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió y sus vestidos brillaban de resplandor.
De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su éxodo, que él iba a consumar en Jerusalén.
Pedro y sus compañeros se caían de sueño, pero se espabilaron y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él.
Mientras estos se alejaban de él, dijo Pedro a Jesús:
«Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
No sabía lo que decía.
Todavía estaba diciendo esto, cuando llegó una nube que los cubrió con su sombra. Se llenaron de temor al entrar en la nube.
Y una voz desde la nube decía:
«Este es mi Hijo, el Elegido, escuchadlo».
Después de oírse la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por aquellos días, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.
Dadles vosotros de comer.
La base de tu milagro, Jesús, está en el compartir.
No creas los panes y los peces de la nada, sino que obras a partir de lo que algunos comparten.
Preguntas: ¿Cuántos panes hay?
Los discípulos rebuscan entre la multitud y encuentran siete panes y algunos peces.
¿Qué es eso para cinco mil? No es nada. Pero a Ti te basta.
Me pongo en el lugar de los dueños de esos panes. Los discípulos les piden que compartan lo que tienen para sí. Parece una propuesta sin sentido, Jesús. ¿Por qué privarles de lo que han traído de casa, sobre todo, cuando no es suficiente para saciar a todos? Humanamente es ilógico. Pero no lo es Ti.
Gracias a ese pequeño gesto de generosidad de entregar lo que tienen, Tú sacias a todos.
Me estás diciendo que puedes hacer mucho con lo poco que yo pueda poner a tu disposición. Y no te estás refiriendo solo a lo material, para nada, sino más bien a mi tiempo, a mis cualidades, a mis talentos…, aunque sean pequeños y dejen mucho que desear. Aunque no sean nada. Da igual. Con eso, Tú saciarás el hambre de muchas almas.
Cuánto me cuesta entender esto.
Entender que no son mis talentos o mi esfuerzo lo que sacia, sino tú a través de mi generosidad. A través de mi amor. Entender que no son mis palabras las que sanan a un amigo, sino que te basta el amor que pongo en ellas para actuar, aunque sean torpes. Entender que no es la perfecta ejecución de una canción lo que da paz a un corazón que la escucha, sino que te basta la generosidad con que la canto para actuar en muchos corazones, aunque salga regular. Y podría seguir poniendo ejemplos hasta el infinito…
Te encanta actuar así: haces grandes cosas a partir de pequeñas cosas que te entregamos gratuitamente.
¿Qué te traigo hoy, Jesús? ¿Qué te ofrezco para que puedas actuar?
¿Cómo voy a organizar mi verano para entregarte panes y peces con los que puedas actuar?
Que bien se está cuando se está bien,
Tú me lo has enseñado,
Y tengo prisa en amarte.
Que bien se está contigo. (X2)
Amando, adorándote Señor,
riendo, sirviendo con amor,
Consolado en mi interior.
Arrodillado ante ti,
ante el hermano,
ante Cristo disfrazado el que sufre en soledad.
Arrodillado ante los pobres de las
Calcutas de mi ciudad,
Ante los pobres que visten a la moda,
Pobres de falsedad.
Arrodillado ante universitarios,
sedientos de amor.
Que bien se está cuando se está bien,
Tú me lo has enseñado,
Y tengo prisa en amarte.
Que bien se está contigo.
Quiero que me gustes más, Señor, Que me atraigas Tú,
Que me seduzcas,
Que me enamores Tú.
Que resultes irresistible,
Que seas mi único tesoro,
Tú, El más bello de los hombres.
Arrodillado ante los pobres de las Calcutas de mi ciudad,
Ante los pobres que visten a la moda, Pobres de falsedad.
Arrodillados antes universitarios, sedientos de amor.
Que bien se está cuando se está bien
Tú me lo has enseñado, Señor
y tengo prisa en amarte
Que bien se está contigo.
No olvidare tus cinco palabras,
“a mí me lo hicisteis”.
Gracias porque puedo confiar
en Ti, Señor,
Mi Dios.
Que bien se está cuando se está bien
Tú me lo has enseñado,
y tengo prisa en amarte.
Que bien se está contigo (x2)
Por tu Iglesia, que te espera a oscuras,
por tu pueblo que te reza aguardando
la aurora.
Te rogamos, te rogamos.
Por las naciones paganas,
que tienen sed de ti sin saberlo.
Ten piedad, ten piedad.
Por los pueblos oprimidos por el
totalitarismo
y la opresión de la mentira.
Por aquellos perseguidos por tu
nombre, que se ocultan para orar
y aquellos extraídos de su hogar.
Por sus perseguidores,
cegados por el odio,
“Perdónales, Padre,
no saben lo que hacen.”
Por los que no nos aman,
por los que no sabemos amar.
Por los que sufren y agonizan
y hoy duermen en el hospital.
Por los que es su última noche
y cuyos ojos no verán el nuevo día.
Ten piedad, ten piedad.
Por todos los que sufren la tentación
del suicidio,
por los dispuestos a dejar ganar al
mal.
Por aquellos cuyas noches son
interminables,
y a los que la angustia
les ha quitado la paz.
Kyrie Eleison, Kyrie Eleison.
Kyrie Eleison, Kyrie Eleison,
Kyrie Eleison.
Por aquellos que trabajan en la
prostitución
y se ven obligados a vender su amor.
Por los que caen en la trampa
del vicio y las drogas.
Por los que hoy duermen en prisión,
por los que hoy esperan su ejecución,
por aquellos a los que torturan,
Por criminales, por los ladrones,
por los que erran en soledad,
por los que sufren
la indiferencia de los demás.
Kyrie Eleison, Kyrie Eleison.
Por la ciudad,
por todos sus habitantes,
que en sus sueños solo existas Tú.
Por nuestros difuntos que aún no han
visto tu Rostro,
por los alejados entre la multitud.
Por los niños que descansan en el
seno de su madre,
por las mujeres que van a dar a luz.
Para que reine tu paz en cada hogar,
por los que quieren
saciar tu sed de amar.
Kyrie Eleison, Kyrie Eleison.
Kyrie Eleison, Kyrie Eleison,
Kyrie Eleison.
Ten piedad (x10)
Ten piedad, Señor, ten piedad.
Bendito sea Dios, su santo nombre
Bendito Jesucristo, Dios de carne
Bendita creación que enmoró a su Creador
Bendito deseado y deseante
Bendito sea Dios su ardiente corazón
Su preciosa sangre, su presencia
apasionada en el altar
Bendito el Espíritu libre y amante
Bendita la Madre de Dios, José, los
ángeles, los santos
Bendito Cristo entre nosotros:
¡¡su familia!!
Uuuuuuuuuuuuu
Que da la vida
¡¡Bendito sea Dios que da la Vida!!
Llévame contigo a todos lados,
que pueda dormir tranquilo bajo tu
preciso manto
Llévame contigo, no me sueltes de la mano,
Y que cuando sienta frío, note tu
cálido abrazo.
Llévame contigo, a donde quieras,
Y es que no hay mayor consuelo que
una madre que te quiera y que algún
día pudiera, al Cielo ir por tu escalera
Y entender que contigo Madre
querida, valió la pena
Que no me canse nunca de mirarte
Y repetir cion humilde devoción:
Te quiero con locura preciosa Madre
Tú el mejor regalo de mi Dios
Que no me canse nunca de mirarte
Y repetir con humilde devoción:
Te quiero con locura preciosa Madre
Tú Madre de Hakuna y mi corazón.