
Ven Espíritu ven,
y llénanos Señor
con tu preciosa unción. (x2)
Purifícanos y lávanos
renuévanos, restáuranos Señor
con tu poder
purifícanos y lávanos
renuévanos, restáuranos Señor
te queremos conocer.
Me he hecho tantas preguntas
Intentando entender
Me he lanzado a buscarte
Sin saberte ver
Me he asomado al abismo
Me he atrevido a saltar y caer
Y un huracán romperá el cielo desde mi garganta
Gritándote donde estas cuando me haces falta
Y me han dado respuestas
Pero no se que hacer
He prometido seguirte sin entender
Y hay un eco en lo hondo que me empuja hacia ti
Y aunque sea sin sentirte te buscaré
Y un huracán romperá el cielo desde mi garganta
Gritándote donde estas cuando me haces falta x2
Estoy aquí, en el silencio
Estoy aquí, en este viento
Estoy aquí, soy este trozo de pan
Estoy aquí, en tu lamento
Estoy aquí, en ese eco
Estoy aquí, soy este trozo de pan
Y un huracán romperá el cielo desde mi garganta
Gritándote donde estas cuando me haces falta (x4)
Y tu huracán romperá el cielo desde mi garganta
Gritándome cuanto me haces falta
Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe, y todos sus habitantes.
Él la fundó sobre los mares, él
la afianzó sobre los ríos.
¿Quién puede subir al monte
del Señor?
¿Quién puede estar en el
recinto sacro?
El hombre de manos
inocentes, y puro corazón,
que no confía en los ídolos ni jura
contra el prójimo en falso.
Ése recibirá la bendición del
Señor,
le hará justicia el Dios de
salvación.
Este es el grupo que busca,
que busca al Señor,
que viene a tu presencia,
Dios de Jacob.
¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas
compuertas: va a entrar,
el Rey de la Gloria.
¿Quién es ese Rey,
el Rey de la Gloria?
El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.
¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas
compuertas: va a entrar,
el Rey de la Gloria.
¿Quién es ese Rey,
el Rey de la Gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos;
Él es el Rey de la Gloria.
¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas
compuertas: va a entrar,
el Rey de la Gloria.
¿Quién es ese Rey,
el Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos;
Él es el Rey de la Gloria.
Mmmmm
Quiero vivir, vivir
ser libre y equivocarme,
sentir el frío, el dolor…
¡emocionarme!
Mancharme entera
y reír y llorar,
abrir nuevos caminos
¡y soñar!
Vivir mi vida con los pies
descalzos,
matar la indiferencia,
gritar al cielo: ¡Libertad!
¡Libertad! ¡Libertad!
Mmmmmm
Nadar a contracorriente,
con el latido de las olas
respirar tu Belleza
¡y disfrutar!
Ser como un niño,
despierto mientras duermen,
sin resguardarme y vivir,
¡y vivir!
Vivir mi vida con los pies
descalzos,
matar la indiferencia,
gritar al cielo: ¡Libertad!
¡Libertad! ¡Libertad!
Vivir mi vida con los pies
descalzos,
mojarme en la tormenta,
romper mis miedos y volver,
a ser yo, otra vez.
Tormentas y calmas,
amor y dolor,
miedo y valor,
lucha y descanso,
sufrimiento y felicidad.
¡Es caos y armonía!
¡Es sobrecogedora!
¡Es perfecta!
Es todo Belleza.
Mmmmmm
Loca por vivir, por ver
descubrir, por buscar
Por maravillarme, amar,
por arder
¡Y abrirme a mi Verdad!
Vivir mi vida con los pies
descalzos,
matar la indiferencia,
gritar al cielo: ¡Libertad!
¡Libertad! ¡Libertad!
Vivir mi vida con los pies
descalzos,
mojarme en la tormenta,
romper mis miedos y volver,
a ser yo, otra vez.
Mmmmmm
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesárea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron:
«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».
Jesús le respondió:
«¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.
Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».
Cuánto buscamos hacer de la oración un esfuerzo,
una fórmula, una respuesta.
Y sin embargo,
orar es simplemente permanecer.
Es quedarse, aun cuando no hay palabras.
Es confiar, aun cuando todo parece callar.
Hay una fuerza que nace en el silencio,
una fe que crece despacio,
sin ruido, sin aplausos,
como una raíz que se extiende bajo tierra.
La oración no cambia a Dios,
nos cambia a nosotros.
Nos ablanda, nos abre,
nos enseña a mirar distinto.
Perseverar no es obstinarse.
Es amar sin medida,
seguir esperando aunque nada se mueva,
seguir creyendo cuando todo parece detenerse.
Permanecer.
Eso basta.
Porque el alma también florece en la espera.
Porque en medio del cansancio,
el corazón aprende a descansar en Dios,
a confiar sin entender,
a amar sin exigir respuesta.
Todo lo que es sostenido por amor
termina dando fruto.
Quizás lento,
quizás oculto,
pero siempre vivo.
Y entonces comprendemos:
no se trata de convencer,
sino de dejarse habitar.
No se trata de hablar,
sino de permanecer.
La fe es eso:
un corazón que late despacio,
pero no deja de latir.
Deseo permanecer en ti.
He visto una luz
que ha cegado el cielo.
Me he visto morir,
atada a este suelo.
Y he vuelto a nacer,
con tu dulce sueño.
Solo para morir,
por seguir viviendo.
Y en tu costado,
nace un recuerdo,
que sea abrigo,
con el frío invierno.
Y se oye un trueno en la noche
detrás de mí.
Me empuja el eco y me arrastra
hacia Ti.
Tranquila y quieta,
hoy me dejo vivir.
Tranquila y quieta,
por Ti.
Me tienes aquí,
antes que hubiera tiempo.
Y aquí seguiré,
muriendo por tus huesos.
Y deseando que escuches,
lo mucho que te quiero.
Y si me dejas verás,
lo que solo yo puedo.
Y en mi costado,
mueren tus miedos.
Y en ese frío,
arde este fuego.
Y se oye un trueno en la noche
detrás de ti.
Te empuja el eco y te arrastra
hacia mí.
Tranquila y quieta,
hoy te dejas vivir.
Tranquila y quieta,
por mí.
Y se oye un trueno en la noche (y se oye un trueno)
Detrás de Ti. (Detrás de mí).
Me empuja el eco y me arrastra.
Hacia mí.
Hacia Tí.
Y se oye un trueno en la noche (x3)
Me empuja el eco y me arrastra (x3)
Me empuja el eco y me arrastra a Ti.
Bendito sea Dios, su santo nombre
Bendito Jesucristo, Dios de carne
Bendita creación que enmoró a su Creador
Bendito deseado y deseante
Bendito sea Dios su ardiente corazón
Su preciosa sangre, su presencia
apasionada en el altar
Bendito el Espíritu libre y amante
Bendita la Madre de Dios, José, los
ángeles, los santos
Bendito Cristo entre nosotros:
¡¡su familia!!
Uuuuuuuuuuuuu
Que da la vida
¡¡Bendito sea Dios que da la Vida!!
Llévame contigo a todos lados,
que pueda dormir tranquilo bajo tu
preciso manto
Llévame contigo, no me sueltes de la mano,
Y que cuando sienta frío, note tu
cálido abrazo.
Llévame contigo, a donde quieras,
Y es que no hay mayor consuelo que
una madre que te quiera y que algún
día pudiera, al Cielo ir por tu escalera
Y entender que contigo Madre
querida, valió la pena
Que no me canse nunca de mirarte
Y repetir cion humilde devoción:
Te quiero con locura preciosa Madre
Tú el mejor regalo de mi Dios
Que no me canse nunca de mirarte
Y repetir con humilde devoción:
Te quiero con locura preciosa Madre
Tú Madre de Hakuna y mi corazón.