
Ven Espíritu ven,
y llénanos Señor
con tu preciosa unción. (x2)
Purifícanos y lávanos
renuévanos, restáuranos Señor
con tu poder
purifícanos y lávanos
renuévanos, restáuranos Señor
te queremos conocer.
A ti te alabo Señor en tu templo.
A ti te alabo con todo el
firmamento.
A ti te alabo por todo lo que tú
has hecho.
A ti te alabo por crear sin
merecerlo.
A ti te alabo con trompas y flautas.
A ti te alabo con tambores y danzas.
A ti te alaban criaturas y animales.
A ti te alaban las montañas y los
mares.
A ti te ala…ban.
A ese ser que creó este mundó
pór amór nó ló encóntraba.
Nó creía que fuera pósible
este dón, un Diós.
Tódó ló que veó a mi alrededór
grita que aquí estas y escónde
mi temór.
Tódó ser que aliente alabe
al Senór y grite bien fuerte
A ti te alabo Señor en tu templo.
A ti te alabo con todo el
firmamento.
A ti te alabo por todo lo que tú
has hecho.
A ti te alabo por crear sin
merecerlo.
A ti te alabo con trompas y flautas.
A ti te alabo con tambores y danzas.
A ti te alaban criaturas y animales.
A ti te alaban las montañas y los
mares.
A ti te ala…ban.
A ti te alabó aunque te escóndas,
aunque yó nó pueda verte.
A ti te alabó que me salvas de la
muerte.
A ti te alabó en el silenció de un amór
que ya nó siente.
A ti te alabó eres mi Diós, eres mi vida
eres mi fuerte.
A ti te alabó en ló sencilló, cótidianó,
indiferente.
A ti te alabó cón el vivó que se escapa
de la muerte.
A ti te alabó cón el muertó que te
espera ansiósamente.
A ti te alabó eres mi Diós,
eres mi vida.
A ti te ala………bó (x3)
A ti te alabó, Senór en tu templó…
Si por un segundo vieras cómo te miro
Cuando duermes, cierras los ojos, yo ahí sigo
Se me cae la baba, imposible no mirar
No quiero dejar de hacerlo, no lo intentes imaginar
Si por un segundo vieras cómo te escucho
Cada ruido, cada palabra, y cuando no hablas mucho
Y hables o estés callado, solo me importa si estás
En mi amor cabe el silencio, cabe hablar y mucho más
Reviento de amor, estoy temblando de gozo
Te como con la mirada, estás aquí y no estás solo
Cada lágrima, cada risa, en mi memoria se han grabado
Cada detalle de tu cuerpo y de tu alma fueron pensados
No creo que aguante más contenerme aquí detrás
Quiero entrar, hacerte mío, curar tu herida si me la das
Si por un segundo vieras cómo te miro
No querrías ver nada más
Si por un segundo vieras cuánto te amo
Yo solo sé entregarme, aunque sea en vano
Y tiemblo al imaginar cuando llegues al cielo
Costará respirar en el abrazo que nos daremos
Si por un segundo vieras lo que hay por llegar
Lo que aguarda escondido, casualidades sin azar
Lo sueño tantas veces, en cada don, ¿qué puedo hacer?
Tú recibes mi regalo, al cielo miras, agradece
Reviento de amor, estoy temblando de gozo
Te como con la mirada, estás aquí y no estás solo
Cada lágrima, cada risa, en mi memoria se han grabado
Cada detalle de tu cuerpo y de tu alma fueron pensados
No creo que aguante más contenerme aquí detrás
Quiero entrar, hacerte mío, curar tu herida si me la das
Si por un segundo vieras como te miro
No querrías ver nada más
Reviento de amor y estoy temblando de gozo
Hay tanta locura en este amor que no controlo
Pierde tu vida, recibirás la eternidad
La alegría de ser esclavo, esclavo de mi libertad
Si por un segundo vieras cómo te miro
No querrías ver nada más
En Jesús pasaba por ciudades y aldeas enseñando y se encaminaba hacia Jerusalén.
Uno le preguntó:
«Señor, ¿son pocos los que se salvan?».
Él les dijo:
«Esforzaos en entrar por la puerta estrecha, pues os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta diciendo: Señor, ábrenos; pero él os dirá: “No sé quiénes sois”. Entonces comenzaréis a decir: “Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas”.
Pero él os dirá: “No sé de dónde sois. Alejaos de mí todos los que obráis la iniquidad”.
Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, a Isaac y a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, pero vosotros os veáis arrojados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios.
Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos».
Cuánto buscamos hacer de la oración un esfuerzo,
una fórmula, una respuesta.
Y sin embargo,
orar es simplemente permanecer.
Es quedarse, aun cuando no hay palabras.
Es confiar, aun cuando todo parece callar.
Hay una fuerza que nace en el silencio,
una fe que crece despacio,
sin ruido, sin aplausos,
como una raíz que se extiende bajo tierra.
La oración no cambia a Dios,
nos cambia a nosotros.
Nos ablanda, nos abre,
nos enseña a mirar distinto.
Perseverar no es obstinarse.
Es amar sin medida,
seguir esperando aunque nada se mueva,
seguir creyendo cuando todo parece detenerse.
Permanecer.
Eso basta.
Porque el alma también florece en la espera.
Porque en medio del cansancio,
el corazón aprende a descansar en Dios,
a confiar sin entender,
a amar sin exigir respuesta.
Todo lo que es sostenido por amor
termina dando fruto.
Quizás lento,
quizás oculto,
pero siempre vivo.
Y entonces comprendemos:
no se trata de convencer,
sino de dejarse habitar.
No se trata de hablar,
sino de permanecer.
La fe es eso:
un corazón que late despacio,
pero no deja de latir.
Deseo permanecer en ti.
Dime Padre,
¿qué podemos hacer?
Tus hijos se pierden
y no entiendo por qué.
Dime Padre,
cada día se alejan más
y de verdad que no he hecho nada mal
pero curan sus heridas con lo que no les curará.
Les di el mandamiento del Amor,
me crucificaría mil veces más,
pero ellos huyen de su Creador
y de su eterna felicidad.
Y es que los hemos hecho tan libres
que a veces me duele pensar
que este don y este regalo
lo utilicen para el mal.
Dime Padre,
cómo a nuestra familia reunir.
Les ofrecemos la eternidad,
pero prefieren huir.
Dime Padre,
cómo ablandar su corazón,
cómo quitar esta coraza
formada por el dolor.
Si supieran cuánto les amamos,
si superan que todo tiene un por qué,
dime Padre cómo sus almas acoger.
Si supieran que ahora somos dependientes
de que nuestra creación nos quiera,
nuestro único deseo
es que sus almas estén llenas.
Dime Padre,
cómo les explicamos
que son
lo que más amamos.
Dime Padre, cómo les guiamos
a aquello que les completa
si es que se refugian en falsas metas.
Y nos destroza verles odiarse,
verles odiarse con tanta fuerza.
Dime Padre,
cómo parar este dolor.
Quiero que me quieran
pero no es su obligación.
Les miro con mis ojos,
llenos de compasión
y te aseguro que acepto
cualquier tipo de perdón.
Solo nos queda esperar
a que escuchen nuestra voz,
que vean las puertas abiertas
de este Cielo acogedor.
Que siempre serán bienvenidos
a los brazos de este Corazón,
que solo quiere verlos unidos
en la tierra con su Salvador.
Y me hago Pan pero no me ven,
me cuelo en sus pensamientos pero no me ven,
me meto en sus entrañas una y otra vez,
lloro todos los días pero no me ven.
Dime Padre, qué puedo hacer.
Tus hijos se pierden y se alejan
y me da miedo que no sepan volver.
(INTERLUDIO)
Papá, ¿dejarán de llorar?
Espero que estos caminos vacíos
se puedan solucionar.
Esperaré hasta el último segundo
para volverlo a intentar.
No me rendiré,
quiero a tus hijos de verdad.
No ven que el Bien ya ha vencido,
que la serpiente que les hace temblar
ya la ha pisado mi Madre,
¡Solo tienen que mirarme y vivirán!
Bendito sea Dios, su santo nombre
Bendito Jesucristo, Dios de carne
Bendita creación que enmoró a su Creador
Bendito deseado y deseante
Bendito sea Dios su ardiente corazón
Su preciosa sangre, su presencia
apasionada en el altar
Bendito el Espíritu libre y amante
Bendita la Madre de Dios, José, los
ángeles, los santos
Bendito Cristo entre nosotros:
¡¡su familia!!
Uuuuuuuuuuuuu
Que da la vida
¡¡Bendito sea Dios que da la Vida!!
Llévame contigo a todos lados,
que pueda dormir tranquilo bajo tu
preciso manto
Llévame contigo, no me sueltes de la mano,
Y que cuando sienta frío, note tu
cálido abrazo.
Llévame contigo, a donde quieras,
Y es que no hay mayor consuelo que
una madre que te quiera y que algún
día pudiera, al Cielo ir por tu escalera
Y entender que contigo Madre
querida, valió la pena
Que no me canse nunca de mirarte
Y repetir cion humilde devoción:
Te quiero con locura preciosa Madre
Tú el mejor regalo de mi Dios
Que no me canse nunca de mirarte
Y repetir con humilde devoción:
Te quiero con locura preciosa Madre
Tú Madre de Hakuna y mi corazón.