
Padre pon tu Espíritu sobre mí,
aquí estoy, aquí me tienes.
Gracias por la vida,
Que la viva siendo todo yo
Que la viva siendo todo yo
Todo libre,
todo entregado,
todo Tú,
todo dado,
todo alegre,
todo amante,
todo amado,
todo arrodillado,
todo hijo,
todo hermano,
todo padre,
todo disfrutón,
todo mariano,
todos por todos,
que viva todo,
con toda el alma.
El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:
«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró.
Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.
Buenas noches Jesús,
Hoy venía con miles de cosas pesadas en el corazón.
Muchos por qués, preguntas, peticiones, incluso alguna queja. Quería pedir perdón, y solicitar tu ayuda. Quería pensar en mi semana, y organizar mis ideas. Quería hablarte de aquel problema, y ver cómo mejorar aquello otro
Pero…después de escucharte en este Evangelio, sólo quiero una única cosa.
Hoy, ahora, sólo quiero, como el leproso, postrarme a tus pies y darte gracias.
Nunca lo digo, pero gracias.
Gracias por este cuerpo, que a veces rechazo. Gracias por moldearlo a medida, y dejar tus huellas en él.
Gracias incluso por lo que no me gusta, por lo que cambiaría.
Gracias por estos ojos, que aunque no siempre saben mirar bien, ahora pueden verte.
Gracias por esta boca, que a veces uso para la mentira, para la crítica, para la queja. Gracias porque, aún asi, dejas que te coma con ella.
Gracias por el mundo que me rodea, que grita el nombre de su creador. Gracias porque te muestras en él. Gracias por pintar cada día un cielo distinto, y regalármelo por entero. Gracias por la melodía de los pájaros, en los que canta tu voz. Gracias por el mar, que ruge alabándote. Gracias por las montañas, talladas a medida. Gracias por el sol, que me habla de tu calor. Gracias porque todo lo hiciste para mí. Gracias porque me haces capaz de admirarlo.
Gracias todas estas personas que me rodean. Gracias porque me acompañan ahora, me acercan a ti con su oración silenciosa, aunque a muchos ni siquiera los conozco, ni les voy a conocer. Gracias porque puedo rezar junto a ellos. Gracias por cada uno.
Gracias por hacerte carne, para entender lo que es ser hombre. O mejor, para que yo entienda lo que es ser hombre mirándote.
Gracias por vivir lo que yo vivo, sufrir lo que yo sufro, disfrutar lo que yo disfruto. Gracias por enseñarme a vivir. Gracias por llevar a la gloria esta carne.
Gracias porque… ¡te hiciste pan! Gracias por dejar que ahora esté junto a ti. Gracias por no conformarte con mirarme desde el Cielo.
Gracias por elegir el alimento más sencillo, por ser fruto de la tierra, del trabajo del hombre, y de la mano de tu Padre.
Gracias por mi historia, por tejerla cada día.
Gracias por acompañarme hasta en los senderos más oscuros.
Gracias por esperarme a la vuelta de cada esquina.
Gracias incluso por cada herida, por la que permites que entre la luz.
Gracias porque ahora, sea como sea, estoy aquí.
Gracias.
Gracias.
Gracias.
Han pasado ya tres días
desde que se fue.
Todavía no entiendo
cómo le ha pasado esto a Él.
Al que más amaba,
al que por Amor vivía.
Se me encoge el corazón
al ver tan rota a María.
Cojo unas colonias,
y voy a visitarle.
Llamo a mis amigas,
para acompañarme.
Y de camino no podemos evitar
lágrimas que caen al recordar.
Llegamos al sepulcro,
la piedra han movido.
No entendemos nada,
el sepulcro está vacío.
¿Qué es lo que han pasado?
¿Acaso lo han robado?
Y cuando miro dentro,
un ser de luz sentado,
que susurra a mi lado.
No entiendo mujer ¿por qué lloras?
¿Por qué buscáis entre los
muertos?
Él no está aquí, ¡ha resucitado!
Recordad cuando os dijo
que debía ser entregado,
por vuestros pecados,
ser crucificado.
Pero que al tercer día, volvería.
Paz en mis entrañas,
amor inexplicable,
sólo quiero gritarlo:
¡Dios existe! ¡Dios es grande!
Lágrimas ahora de felicidad.
Nos han regalado la eternidad.
No entiendo mujer ¿por qué lloras?
¿Por qué buscáis entre los muertos?
Él no está aquí, ¡ha resucitado!
Recordad cuando os dijo
que debía ser entregado,
por vuestros pecados
No entiendo mujer ¿por qué lloras?
¿Por qué buscáis entre los
muertos?
Él no está aquí, ¡ha resucitado!
Recordad cuando os dijo
que debía ser entregado,
por vuestros pecados,
ser crucificado.
Pero que al tercer día, volvería.
Bendito sea Dios, su santo nombre
Bendito Jesucristo, Dios de carne
Bendita creación que enmoró a su Creador
Bendito deseado y deseante
Bendito sea Dios su ardiente corazón
Su preciosa sangre, su presencia
apasionada en el altar
Bendito el Espíritu libre y amante
Bendita la Madre de Dios, José, los
ángeles, los santos
Bendito Cristo entre nosotros:
¡¡su familia!!
Uuuuuuuuuuuuu
Que da la vida
¡¡Bendito sea Dios que da la Vida!!
Llévame contigo a todos lados,
que pueda dormir tranquilo bajo tu
preciso manto
Llévame contigo, no me sueltes de la mano,
Y que cuando sienta frío, note tu
cálido abrazo.
Llévame contigo, a donde quieras,
Y es que no hay mayor consuelo que
una madre que te quiera y que algún
día pudiera, al Cielo ir por tu escalera
Y entender que contigo Madre
querida, valió la pena
Que no me canse nunca de mirarte
Y repetir cion humilde devoción:
Te quiero con locura preciosa Madre
Tú el mejor regalo de mi Dios
Que no me canse nunca de mirarte
Y repetir con humilde devoción:
Te quiero con locura preciosa Madre
Tú Madre de Hakuna y mi corazón.