Padre pon tu Espíritu sobre mí,
aquí estoy, aquí me tienes.
Gracias por la vida,
Que la viva siendo todo yo
Que la viva siendo todo yo
Todo libre,
todo entregado,
todo Tú,
todo dado,
todo alegre,
todo amante,
todo amado,
todo arrodillado,
todo hijo,
todo hermano,
todo padre,
todo disfrutón,
todo mariano,
todos por todos,
que viva todo,
con toda el alma.
¡Pero qué hace ahí tirado, dejando
que le aten un madero a las espaldas!
Si es Dios...
¿Qué hace ahí? ¿Por qué está ahí?
Él quiso morir atado a nuestro peso
en sus espaldas. Y Tú te ataste a mí,
te ataste a mí.
Hoy quiero decirte, Señor,
que te doy las gracias,
que recuerdo mi peso en tus hombros,
pues lo único que te ata al leño es tu amor.
No puedes dejar de atarte, ni de
tomarte tan en serio mi pecado:
¡sólo quieres verme liberada!
No es un “amor de quita y pon”;
me quieres como un ciego apasionado.
Señor, contágiame de tu pasión.
Hoy quiero decirte, Señor,
que te doy las gracias,
que recuerdo mi peso en tus hombros,
pues lo único que te ata al leño es tu amor.
Unos tontos te atamos a un madero,
otros ignorándote.
Arrastrados por el placer,
por la muerte nos dejamos vencer.
¡Y tan fuerte es tu amor,
que no te puedes desatar!
¡Y aun conociéndome,
no me puedes dejar de amar!
Hoy quiero decirte, Señor,
que te doy las gracias,
que recuerdo mi peso en tus hombros,
pues lo único que tengo es tu amor.
En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y el Espíritu lo fue llevando durante cuarenta días por el desierto, mientras era tentado por el diablo. En todos aquellos días estuvo sin comer y, al final, sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan».
Jesús le contestó: «Está escrito: "No sólo de pan vive el hombre"».
Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo: «Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me ha sido dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo».
Respondiendo Jesús, le dijo: «Está escrito: "Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto"».
Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: "Ha dado órdenes a sus ángeles acerca de ti, para que te cuiden", y también: "Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece contra ninguna piedra"».
Respondiendo Jesús, le dijo: «Está escrito: "No tentarás al Señor, tu Dios"».
Acabada toda tentación, el demonio se marchó hasta otra ocasión.
——
VOZ EN OFF
Te dejas llevar.
Siguiendo un camino que no ves con claridad,
Pero cada paso tuyo está cimentado por la confianza.
Incluso hasta aquí has llegado.
Al desierto,
Al borde del abismo,
Sintiendo hambre, calor y angustia.
Tentado por el enemigo.
Pero no te importa, porque igualmente,
has seguido caminando.
Y te enfrentas a la batalla,
vas bien preparado: estás lleno del Espíritu Santo.
Tranquilo, mantienes la compostura.
Tranquilo, te aferras a la verdad.
No dialogas, no intentas convencer, no peleas.
Sencillamente recitas lo que ya está escrito: recitas LA PALABRA.
Eso es lo que te mantiene firme ante el abismo, lo que endereza tu corazón.
La palabra es tu fuente de confianza.
La palabra es lo que te hace ganar ante la tentación.
Ante el miedo y la flaqueza de la batalla,
Ante la angustia y el calor del desierto,
Tienes clara cuáles son tus armas:
Conoces muy bien la palabra.
Eres consciente de quién es verdaderamente tu señor,
Al que dar culto,
Aquel que alimenta tu vida.
Aquel al que entregarle tu corazón.
Pero ¡Qué suerte tengo!
Ahora me doy cuenta,
Justamente aquí delante,
En este trozo de pan,
tengo a Jesús,
Aquel que es el Verbo de Dios.
Aquí delante tengo la palabra hecha carne,
Tengo la Palabra palpable.
¡Puedo vivir tranquila!
¡Puedo vivir con calma!
Porque aquí delante, tengo ese arma que va a hacer que me mantenga firme ante la batalla.
Jesús, quiero escucharte,
Enséñame tu palabra.
Ante el miedo, dame tu fuerza.
Hoy vengo ante ti para que me invadas con tu espíritu;
Jesús, quiero estar preparada,
y no quiero caer en la tentación.
Esto sí que lo entiendo, y como
me gusta
Ver un Dios débil, niño desnudo
en tus brazos
Y rehén aplastado por la cruz y
en agonía
Pero siempre necesitado de ti
María.
Cómo cambia el espíritu de un
niño una noche de miedo cuando se
arropa
Bajo las sábanas, de su madre.
Estás ahí, te necesito
No te vayas, no te vayas
Tu calor tacto vista, tu cercanía
No cambia nada y lo cambias
todo (X2)
Lo cambias todo
Esto sí que lo entiendo, y como me
gusta
Ver un Dios débil, naturalmente débil
Un Dios necesitado de compañía
De una madre, de mirada y cercanía
Como cambia el dolor del enfermo
cuando entrelaza sus dedos
Con los de otra mano conocida
Estás ahí, te necesito
No te vayas, no te vayas
Tu calor tacto vista, tu cercanía
No cambia nada y lo cambias todo
(X2)
Lo cambias todo
En un momento difícil, todos
piden llaman gritan
Queremos recibir tu consuelo
Sabernos acompañados por una
madre inseparable
Ojala tus hijos te sientan a su lado
Tu calor tacto vista, tu cercanía
No cambia nada y lo cambias todo
(X2)
Lo cambias todo (X4)
La Bendición y la Gloria, la Sabiduría,
la Acción de Gracias y el Poder,
la Honra y toda la Fortaleza
¡¡Tuyas son, Bendito Dios!!
¡¡Tuyas son, Bendito Dios!!
¡¡Para siempre, Amén , Amén!!
(Vino x2)
Llévame contigo a todos lados,
que pueda dormir tranquilo bajo tu
preciso manto
Llévame contigo, no me sueltes de la mano,
Y que cuando sienta frío, note tu
cálido abrazo.
Llévame contigo, a donde quieras,
Y es que no hay mayor consuelo que
una madre que te quiera y que algún
día pudiera, al Cielo ir por tu escalera
Y entender que contigo Madre
querida, valió la pena
Que no me canse nunca de mirarte
Y repetir cion humilde devoción:
Te quiero con locura preciosa Madre
Tú el mejor regalo de mi Dios
Que no me canse nunca de mirarte
Y repetir con humilde devoción:
Te quiero con locura preciosa Madre
Tú Madre de Hakuna y mi corazón.