Padre pon tu Espíritu sobre mí,
aquí estoy, aquí me tienes.
Gracias por la vida,
Que la viva siendo todo yo
Que la viva siendo todo yo
Todo libre,
todo entregado,
todo Tú,
todo dado,
todo alegre,
todo amante,
todo amado,
todo arrodillado,
todo hijo,
todo hermano,
todo padre,
todo disfrutón,
todo mariano,
todos por todos,
que viva todo,
con toda el alma.
Llenas todo en silencio
Cristo transfigurado,
y nuestros latidos suenan
divinizados
Un instante se abre,
a un presente sin tiempo,
¡no cabe, no cabe en la razón!
Llévanos a ser luz, a ser sal.
De la mano de María, llévanos a dar.
¡Que el Cielo aguarda!
¡el Cielo aguarda!
a que en Tu Nombre
amemos al hombre
y, con tu mirada,
veamos cada corazón.
El Cielo aguarda.
Que el Cielo aguarda,
el Cielo aguarda,
porque se oyen
desde lo alto
nuestras plegarias.
El rumor de una revolución.
El Cielo aguarda.
Vamos, Señor, al mundo
sediento de Tu presencia.
Cien mil van como uno
para ofrecerla.
Nuestras voces son eco,
de una misma promesa,
¡no cabe, no cabe en la razón!
Llévanos a ser luz, a ser sal.
De la mano de María, llévanos a dar.
¡Que el Cielo aguarda!
¡El Cielo aguarda!
a que en Tu Nombre
amemos al hombre
y, con tu mirada,
veamos cada corazón.
El Cielo aguarda.
¡Que el Cielo aguarda!
¡El Cielo aguarda!
porque se oyen
desde lo alto
nuestras plegarias.
El rumor de una revolución.
El Cielo aguarda.
El Cielo aguarda.
Del santo evangelio según san Mateo (5, 21-43)
En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor y se quedó junto al mar. Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia: «Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva».
Se fue con él y lo seguía mucha gente que lo apretujaba. Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando: «Con solo tocarle el manto curaré». Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió enseguida, en medio de la gente y preguntaba: «¿Quién me ha tocado el manto?». Los discípulos le contestaban: «Ves cómo te apretuja la gente y preguntas: “¿Quién me ha tocado?”». Él seguía mirando alrededor, para ver a la que había hecho esto. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que le había ocurrido, se le echó a los pies y le confesó toda la verdad. Él le dice: «Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad».
Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: «Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?». Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: «No temas; basta que tengas fe». No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de entrar les dijo: «¿Qué estrépito y qué lloros son estos? La niña no está muerta; está dormida». Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: «Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»). La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron fuera de sí llenos de estupor. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.
Corriendo de aquí para allá,
Llegando a mil sitios sin llegar a ninguno.
Conversaciones, compromisos, discusiones.
También risas, abrazos y amigos.
Y de repente hago silencio.
Y qué encuentro?
No lo sé, no lo veo claro.
No veo mucho, en realidad.
Hace mucho tiempo que no miro aquí dentro, en mi corazón.
Y está todo oscuro.
La mezcla de mis deseos es confusa:
¿Qué quiero hacer con mi vida?
¿Qué quiero hacer con mi tiempo?
Se me escurre entre los dedos,
Y otra vez estoy aquí,
Una semana más.
Y otra vez vuelvo a encontrarme con la tiniebla de mi corazón,
Que no sabe muy bien de dónde viene ni a dónde va…
Todo está oscuro.
Las luces están apagadas como en esta iglesia.
Mi trabajo no ilumina,
Mis amigos tampoco.
Mi familia no me da el calor que necesito.
Todo está bien, todo fluye,
pero todo se apaga en cuanto paro y hago silencio.
¿Por qué?
¿Qué este misterio de mi corazón?
Tras unos minutos de incertidumbre se enciende una luz.
Porque una sola es la Luz que puede brillar en medio de las tinieblas.
Y esa Luz, ha venido a buscarme.
Mi corazón da un salto de esperanza y paz.
Mira, ¡ahí está!
Es es pan blanco.
Brilla, es la Luz de Jesús.
No entiendo mucho,
Igual tampoco siento.
Pero sé que debo seguir mirando.
Una Luz quiere brillar en la oscuridad de mi sinsentido.
Y poco a poco mi corazón vuelve a inundarse de color.
Eres Tú, Jesús, tú eres mi luz.
El Hijo del hombre viene sobre las nubes con gran poder y majestad.
La angustia desaparece.
Las preocupaciones pasan al fondo.
Y en medio, estás Tú.
Tú que con esta mirada lo paras todo.
Tú que con esta mirada enciendes mi corazón.
El mundo está en llamas, pero ese no es el fuego que da calor.
Este es el fuego.
Está presencia que ilumina mi vida entera.
Esta adoración que prende lo que yo no puedo.
¡Jesús! ¡Brilla para mí!
“El Señor es mi luz y mi salvación.
A quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
Quién me gará temblar?”
Una sola es la luz que viene a buscar mi corazón asustado.
Una sola es la voz que resuena en mi corazón y que me hace descansar como un niño.
Todo pasa.
El trabajo,
Los problemas,
El dinero,
El dolor,
Todo pasa.
El cielo y la tierra pasarán, pero tus palabras, Jesús, no pasan.
Tú te quedas conmigo.
Creo, sencillamente
quiero disfrutar de
la serenidad del creer.
Desligar el creer del sentir,
creo, mi Dios, ¡y basta!
Te creo en tus Misterios
sin entenderlos
te creo en mí y en el Pan Blanco,
en el prójimo y en la Creación,
sin verte en ningún lado.
Creo, Señor, sencillamente
Porque creer es confiar
¡Cómo me gusta creerte
sintiendo dudas,
sintiendo dudas,
sintiendo dudas!
Digo que eres Amor
escucho que soy tu amado
no siento y qué más da,
¡te quiero y eso basta!
Amo, Señor, sencillamente
porque amar es entregarse
¡Cómo me gusta amarte
estando frío,
estando frío,
estando frío!
Espero en tu Palabra,
vivo en tu Promesa,
¡gozo en Ti lo que aún me falta!
Espero, Señor, sencillamente
porque esperar es descansar
¡Cómo me gusta esperarte
sintiendo miedo,
sintiendo miedo,
sintiendo miedo!
Creo, amo, espero
cómo me gusta seguirte
sintiendo dudas
estando frío
sintiendo miedo
cómo me gusta
cómo me gusta
¡Creerte, amarte y esperarte!
Sigo sencillamente.
Si por un segundo vieras cómo te miro
Cuando duermes, cierras los ojos, yo ahí sigo
Se me cae la baba, imposible no mirar
No quiero dejar de hacerlo, no lo intentes imaginar
Si por un segundo vieras cómo te escucho
Cada ruido, cada palabra, y cuando no hablas mucho
Y hables o estés callado, solo me importa si estás
En mi amor cabe el silencio, cabe hablar y mucho más
Reviento de amor, estoy temblando de gozo
Te como con la mirada, estás aquí y no estás solo
Cada lágrima, cada risa, en mi memoria se han grabado
Cada detalle de tu cuerpo y de tu alma fueron pensados
No creo que aguante más contenerme aquí detrás
Quiero entrar, hacerte mío, curar tu herida si me la das
Si por un segundo vieras cómo te miro
No querrías ver nada más
Si por un segundo vieras cuánto te amo
Yo solo sé entregarme, aunque sea en vano
Y tiemblo al imaginar cuando llegues al cielo
Costará respirar en el abrazo que nos daremos
Si por un segundo vieras lo que hay por llegar
Lo que aguarda escondido, casualidades sin azar
Lo sueño tantas veces, en cada don, ¿qué puedo hacer?
Tú recibes mi regalo, al cielo miras, agradece
Reviento de amor, estoy temblando de gozo
Te como con la mirada, estás aquí y no estás solo
Cada lágrima, cada risa, en mi memoria se han grabado
Cada detalle de tu cuerpo y de tu alma fueron pensados
No creo que aguante más contenerme aquí detrás
Quiero entrar, hacerte mío, curar tu herida si me la das
Si por un segundo vieras como te miro
No querrías ver nada más
Reviento de amor y estoy temblando de gozo
Hay tanta locura en este amor que no controlo
Pierde tu vida, recibirás la eternidad
La alegría de ser esclavo, esclavo de mi libertad
Si por un segundo vieras cómo te miro
No querrías ver nada más
Que enfermo corazón,
que te dice que no.
Que da hasta dos mil vueltas
sobre la razón, sufre en la fricción
entre el mundo y tu amor.
Que humano y vacío se queda el dolor
al sobrevivir, y no vivir contigo.
Soy nacido de lo alto,
resurgido en el Jordán.
Con agua y fuego me sellaste,
mi destino, la eternidad.
Ha empezado la batalla,
en cada corazón.
Los cojos corren los mudos claman:
la victoria inevitable del Amor.
Mi corazón mira hacia oriente en espera de su Salvador.
No quiero hacer esperar
a un Cielo que ha empezado ya.
Los ciegos nunca vimos tanto color
ni muertos tan vivos por amor.
Y que prometida salvación,
que ya comenzó.
En alianza a su pueblo, alianza
conmigo,
eres fiel a mí, Tú me has elegido.
Unidos Tú y yo, recorriendo el camino
y si trato de huir, o miro a otro lado
gobiernas tú mis pasos.
Soy nacido de lo alto,
resurgido en el Jordán.
Con agua y fuego me sellaste,
mi destino, la eternidad.
Ha empezado la batalla,
en cada corazón.
Los cojos corren los mudos claman:
la victoria inevitable del Amor.
Mi corazón mira hacia oriente
en espera de su Salvador.
No quiero hacer esperar
a un Cielo que ha empezado ya.
Los ciegos nunca vimos tanto color
ni muertos tan vivos por amor (x2)
Y que prometida salvación,
que ya comenzó.
En alianza a su pueblo, alianza
conmigo,
eres fiel a mí…
Llévame contigo a todos lados,
que pueda dormir tranquilo bajo tu
preciso manto
Llévame contigo, no me sueltes de la mano,
Y que cuando sienta frío, note tu
cálido abrazo.
Llévame contigo, a donde quieras,
Y es que no hay mayor consuelo que
una madre que te quiera y que algún
día pudiera, al Cielo ir por tu escalera
Y entender que contigo Madre
querida, valió la pena
Que no me canse nunca de mirarte
Y repetir cion humilde devoción:
Te quiero con locura preciosa Madre
Tú el mejor regalo de mi Dios
Que no me canse nunca de mirarte
Y repetir con humilde devoción:
Te quiero con locura preciosa Madre
Tú Madre de Hakuna y mi corazón.