Ahí estás Tú, esperando la sentencia
en silencio. Se alza un grito entre la
gente,
que prefiere a un criminal antes que a
ti.
Y allí estás Tú, tan llagado que cuesta
reconocerte,
entre burlas e insultos, sin amor sin
amigos,
hemos huido todos de la cruz.
Pues yo también he sido uno de
ellos,
he preferido cualquier cosa antes
que a Ti,
te he dado la espalda un sinfín de
veces,
no he dejado que te muevas en mí,
y aun así dices que me amas, no sé
qué viste en mí.
¿Qué viste en mí? Sabes que yo no
merezco tanto,
pero yo necesito, tu amor infinito.
Por favor, no me dejes sin Ti.
Ayúdame a que valga la pena,
me he dado cuenta que no puedo
estar sin Ti.
Que valga la pena: que viva tu
condena,
junto a María de rodillas ante Ti.
Perdóname, ahora aquí me tienes,
derramado a tus pies.
Sé que cometí el error de anteponer a
tus caminos la razón.
Sé que volveré a caer, más de mil
veces fallaré a tu perdón,
y aun así dices que me amas, no sé
que viste en mí.
Corriendo de aquí para allá,
Llegando a mil sitios sin llegar a ninguno.
Conversaciones, compromisos, discusiones.
También risas, abrazos y amigos.
Y de repente hago silencio.
Y qué encuentro?
No lo sé, no lo veo claro.
No veo mucho, en realidad.
Hace mucho tiempo que no miro aquí dentro, en mi corazón.
Y está todo oscuro.
La mezcla de mis deseos es confusa:
¿Qué quiero hacer con mi vida?
¿Qué quiero hacer con mi tiempo?
Se me escurre entre los dedos,
Y otra vez estoy aquí,
Una semana más.
Y otra vez vuelvo a encontrarme con la tiniebla de mi corazón,
Que no sabe muy bien de dónde viene ni a dónde va…
Todo está oscuro.
Las luces están apagadas como en esta iglesia.
Mi trabajo no ilumina,
Mis amigos tampoco.
Mi familia no me da el calor que necesito.
Todo está bien, todo fluye,
pero todo se apaga en cuanto paro y hago silencio.
¿Por qué?
¿Qué este misterio de mi corazón?
Tras unos minutos de incertidumbre se enciende una luz.
Porque una sola es la Luz que puede brillar en medio de las tinieblas.
Y esa Luz, ha venido a buscarme.
Mi corazón da un salto de esperanza y paz.
Mira, ¡ahí está!
Es es pan blanco.
Brilla, es la Luz de Jesús.
No entiendo mucho,
Igual tampoco siento.
Pero sé que debo seguir mirando.
Una Luz quiere brillar en la oscuridad de mi sinsentido.
Y poco a poco mi corazón vuelve a inundarse de color.
Eres Tú, Jesús, tú eres mi luz.
El Hijo del hombre viene sobre las nubes con gran poder y majestad.
La angustia desaparece.
Las preocupaciones pasan al fondo.
Y en medio, estás Tú.
Tú que con esta mirada lo paras todo.
Tú que con esta mirada enciendes mi corazón.
El mundo está en llamas, pero ese no es el fuego que da calor.
Este es el fuego.
Está presencia que ilumina mi vida entera.
Esta adoración que prende lo que yo no puedo.
¡Jesús! ¡Brilla para mí!
“El Señor es mi luz y mi salvación.
A quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
Quién me gará temblar?”
Una sola es la luz que viene a buscar mi corazón asustado.
Una sola es la voz que resuena en mi corazón y que me hace descansar como un niño.
Todo pasa.
El trabajo,
Los problemas,
El dinero,
El dolor,
Todo pasa.
El cielo y la tierra pasarán, pero tus palabras, Jesús, no pasan.
Tú te quedas conmigo.
Me he hecho tantas preguntas
Intentando entender
Me he lanzado a buscarte
Sin saberte ver
Me he asomado al abismo
Me he atrevido a saltar y caer
Y un huracán romperá el cielo desde mi garganta
Gritándote donde estas cuando me haces falta
Y me han dado respuestas
Pero no se que hacer
He prometido seguirte sin entender
Y hay un eco en lo hondo que me empuja hacia ti
Y aunque sea sin sentirte te buscaré
Y un huracán romperá el cielo desde mi garganta
Gritándote donde estas cuando me haces falta x2
Estoy aquí, en el silencio
Estoy aquí, en este viento
Estoy aquí, soy este trozo de pan
Estoy aquí, en tu lamento
Estoy aquí, en ese eco
Estoy aquí, soy este trozo de pan
Y un huracán romperá el cielo desde mi garganta
Gritándote donde estas cuando me haces falta (x4)
Y tu huracán romperá el cielo desde mi garganta
Gritándome cuanto me haces falta
¡Pero qué hace ahí tirado, dejando
que le aten un madero a las espaldas!
Si es Dios...
¿Qué hace ahí? ¿Por qué está ahí?
Él quiso morir atado a nuestro peso
en sus espaldas. Y Tú te ataste a mí,
te ataste a mí.
Hoy quiero decirte, Señor,
que te doy las gracias,
que recuerdo mi peso en tus hombros,
pues lo único que te ata al leño es tu amor.
No puedes dejar de atarte, ni de
tomarte tan en serio mi pecado:
¡sólo quieres verme liberada!
No es un “amor de quita y pon”;
me quieres como un ciego apasionado.
Señor, contágiame de tu pasión.
Hoy quiero decirte, Señor,
que te doy las gracias,
que recuerdo mi peso en tus hombros,
pues lo único que te ata al leño es tu amor.
Unos tontos te atamos a un madero,
otros ignorándote.
Arrastrados por el placer,
por la muerte nos dejamos vencer.
¡Y tan fuerte es tu amor,
que no te puedes desatar!
¡Y aun conociéndome,
no me puedes dejar de amar!
Hoy quiero decirte, Señor,
que te doy las gracias,
que recuerdo mi peso en tus hombros,
pues lo único que tengo es tu amor.